REVISTA PARA SEÑORITAS
 
Al ser mujeres, se nos ha dejado de lado como ciudadanas de un país que no se construyó sólo gracias a los hombres. Cada individuo, sin ser importante el sexo, la condición social, etc., ha contribuido para la creación de lo que hoy reconocemos como territorio propio.

A lo largo del siglo XIX se ha buscado establecer nuestra identidad, somos una sociedad distinta a la peninsular, está claro, pero aún no logramos definir unánimemente quienes somos y probablemente esta pregunta nunca tendrá una respuesta única pero los intentos por esclarecer esta cuestión son múltiples. La literatura decimonónica nos ofrece una manera de descubrirlo a través de la corriente del costumbrismo y del realismo.

 En esta edición dedicada a Manuel Payno, se intenta explicar cómo este escritor busca plasmar la complejidad de una nación y es a través de su obra, Los Bandidos de Río Frío, donde se puede encontrar la esencia de la sociedad mexicana.

A través de la descripción de escenas cotidianas como la vida de doña Pascuala en su rancho y las ferias, los bailes, los juegos, la comida, los pasatiempos, la creencia en lo místico y lo cristiano al mismo tiempo, los pleitos dentro y fuera de las familias, los trabajos, la convivencia de clases, etc., se conjugan ideologías tan distintas que convergen en el mismo territorio. Payno retrata a una población completamente nueva con una mezcla de elementos del pasado (las creencias de Matiana y Jipila y sus métodos místicos) con las problemáticas del presente (desde inicios de siglo se hablaba de corrupción y del mal manejo del gobierno).

A través de la obra de Payno, podemos reconocer los estratos sociales y las problemáticas del país, la anarquía social, corrupción, caos y por otro lado, el deseo de civilizar, de orden, de justicia, de cambio, ideas contrarias que aun hoy son vigentes, es por eso que la obra de Payno sigue tan fijada en nosotros, seguimos siendo esa sociedad, llena de contrastes y de dificultades que aún hoy miramos como pasajeras.

La anterior es la sociedad mexicana de Payno, es la que plasma en cada uno de los personajes, en su lenguaje, costumbres, caracteres, etc. Por ejemplo, en el personaje de Juan Robreño, que inició desde lo más bajo, abandonado a su suerte pero rescatado hasta llegar a una adultez propicia (conoce a sus padres y se casa con Mariana) puede decirse que se refleja un México próspero, que desde su inicio fatal, se forja y se consolida positivamente. Esta puede ser la visión halagüeña que tiene Manuel Payno sobre su país a pesar de las adversidades que han marcado tanto su vida como su país.

Gracias a las descripciones realistas, el uso del lenguaje coloquial de aquel tiempo, la introducción de todos los estratos sociales, bandidos, huérfanos, brujas, condes, marqueses, criados, fruteras, abogados, médicos, etc., es como el autor logra una conexión realista entre el  lector y la novela, Manuel Payno no habla de nada ajeno a la población mexicana, no habla de sueños, lugares exóticos, no habla de mitología ni de la Europa idealizada; habla de la sociedad, cómo éramos en aquel tiempo y seguimos siendo en muchos aspectos.

Sí, incluso nosotras, que somos vistas como los ángeles o los demonios (según sea el caso), sin voz ni voto y siempre en desventaja socialmente hablando, estamos retratadas en ese gran cuadro costumbrista de Payno. La mujer es parte de la sociedad mexicana y contribuye a la identidad de la misma siendo esposas, con sus propios fantasmas y pesares; siendo criadas, siendo mujeres creyentes pero también paganas, de espíritu libre y al mismo tiempo sujetas a prejuicios, etc., no se niega la existencia de personajes femeninos llenos de discrepancias más sin la existencia de estos, la novela de Payno no se podría completar y la identidad conjunta de un país no se puede establecer.

Por: Cristina G. Rangel




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